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Interpretación y diferencia

Alberto Moreiras, Interpretación y diferencia. Madrid: Visor, 1991.

He aquí un libro de auténtica teoría. Alberto Moreiras evoca hacia el final de este lúcido ensayo la coincidencia entre la palabra griega theoria y la latina contemplatio, destacando que ambas nos remiten a la mirada y, en latín, a la “visión de(sde) el templo,” esa visión que Dédalo impone a su hijo Talos antes de matarlo arrojándolo desde el tejado del Partenón: “una visión teórica, en el borde del abismo” (109). Guiado por el sentido de esa mirada a la que el mito nos invita, Moreiras se asoma contemplativamente al borde del abismo que se abre bajo cualquier exploración radical del problema de la interpretación. Construye con arduo rigor una reflexión que es un viaje por las fuentes (filosóficas) de lo que llamamos teoría, haciéndonos notar que la teoría es un trabajo de fundamentación, que ha de bajar al abismo para buscar el punto de apoyo de unos cimientos: las condiciones de posibilidad del conocimiento y de la interpretación.

Los principales hitos de la tradición de pensamiento que Moreiras interroga, aunque no los únicos, son Nietzsche, Heidegger y Derrida. Los interlocutores elegidos sugieren que no se trata de una obra típica dentro del hispanismo, porque de hecho no debiera clasificarse de acuerdo con estos criterios de especialidad. Es un libro escrito en castellano, que dialoga con textos latinoamericanos, especialmente de Sarduy y de Lezama, pero todo esto son factores incidentales. No es un libro sobre Sarduy ni sobre Lezama, puesto que las referencias a estos autores se ciñen a muestras muy limitadas y específicas de su producción, que sirven a Moreiras para ilustrar la discusión sobre el ejercicio de la lectura y de la crítica. Se estudia, por un lado, la relación entre De dónde son los cantantes y una breve pieza de Roland Barthes que le sirve de prólogo, titulada “La faz barroca,” y, por el otro, un ensayo necrológico de Lezama titulado “Muerte de Joyce,” analizando los textos como lugar de encuentro entre dos autores y entre escritura y lectura. El objetivo del libro de Moreiras trasciende por lo tanto la crítica de unos autores latinoamericanos concretos, y sin embargo no por ello deja de ser un objetivo que concierne también al hispanismo.

Cuando con harta frecuencia se discute si se hace o no teoría en el campo del hispanismo el debate acaba girando alrededor de la presencia y utilización de determinados paradigmas culturales e ideológicos en el ejercicio de la crítica literaria. Lo que se reclama es la necesidad de hacer explícito el modelo que moviliza una determinada metodología, a la vez que, por supuesto, se discuten la legitimidad y actualidad de cada modelo. Si bien estos diálogos o polémicas son parte indispensable de la reflexión sobre la disciplina y su progreso, su alcance acostumbra a ser limitado, ya que raramente se arriesgan a abordar los problemas teóricos fundamentales.

En este ámbito resalta Interpretación y diferencia como una excepción: es un libro ambicioso y arriesgado que coloca a sus lectores ante una invitación y un desafío ineludibles para quien aspire a entender el fenómeno literario. El [End Page 291] trabajo de la teoría no se reduce a preferir puntos de vista, orientaciones, sino que exige un cuestionamiento inagotable de los fundamentos de nuestra labor, de la empresa y la disciplina en las cuales estamos empeñados. Y en la medida en que estamos empeñados, estamos permanentemente en deuda con unas preguntas a las que nos debemos.

No pretendo, obviamente, afirmar que sea obligatorio leer el libro de Moreiras—recomendación que resultaría exagerada en cualquier reseña—, pero sí creo que nos obligan las preguntas que el libro plantea. Supone un desafío porque estas preguntas que nos invita a afrontar son de difícil—o tal vez imposible—solución. De ahí buena parte de la complejidad del libro, que con toda honestidad acaba en la pregunta que ha sido de hecho su punto de partida: “¿Cómo pensar ese parto imposible?” (132). Cómo pensar—me atrevo a glosar reductoramente este final que es un principio—el parto del sentido, cómo pensar las operaciones de escritura y de lectura en las cuales este parto ha lugar, cómo pensar el proceso inacabable de la interpretación.

“Diferencia” es un término privilegiado en el vocabulario de la teoría y la crítica actuales. Moreiras nos habla de unas diferencias a las que no siempre se presta la atención que merecen, a pesar de ser de un orden que precede y determina los demás criterios de distinción. La argumentación central del libro se articula alrededor de las relaciones diferenciales que configuran el horizonte de la interpretación. Llama diferencia textual a la tensión entre la literalidad del texto y su significado, que se manifiesta en forma de obstrucción a la que se enfrenta el intérprete. La diferencia interpretativa, a su vez, viene dada por la relación entre la interpretaci6n de la tradición y la preservación de la diferencia textual, que somete al lector a la tensión entre familiaridad y extrañeza. La revelación del carácter enigmático e insondable del texto se contrapone a la posibilidad efectiva de interpretarlo. Se trata precisamente de buscar la base de este modelo hermenéutico. Moreiras observa que la relación entre texto e intérprete, que es el fundamento común de las dos modalidades de la diferencia ya citadas, constituye un caso particular de la diferencia entre sujeto y mundo. En consecuencia identifica la diferencia discursiva como aquélla que se da entre discurso interpretativo y discurso poético y en la cual se materializa, en el marco de la interpretación, la relación entre sujeto y mundo.

Cabe decir que Moreiras lleva a cabo un recorrido de ida y vuelta por estas tres formas de la diferencia. Si para presentar el problema las introduce en el primer capítulo en el orden en que las he mencionado, la discusión se desarrolla a la inversa, tomando la diferencia discursiva como punto de partida, ya que aparece como fundamentadora de las otras dos, y dedicando un capítulo a cada una. Ello justifica el curioso desequilibrio estructural en la elaboración del comentario dedicado a cada una de las relaciones diferenciales, que decrece a medida que avanza el libro, debido sin duda a que la argumentación se construye por un método piramidal en el que los capítulos se van cimentando mútuamente. Lo cual hace resaltar aún más la paradoja de que la investigación nos lleve a perseguir un fundamento ausente. [End Page 292]

No voy a intentar resumir un análisis que es de por sí muy resumido y condensado. Es un libro breve para un largo trayecto, y ahí reside tal vez el mayor obstáculo. La concentración de su discurso le exige dar mucho por sentado. Moreiras se mueve con soltura en una generosa red de referencias, lo cual se traduce sobre todo en lo sugerente de sus propuestas, aunque no siempre quepa rastrear hasta su origen las formulaciones y definiciones empleadas. Estas dificultades son inherentes al proyecto, y no hacen sino confirmar su ambición y alcance. Porque cuando se trata de pensar las fisuras y tensiones que organizan la interpretación no cabe el recurso a un fácil esquema explicativo.

Tras la aparente unidad y sistematicidad del comentario se esconde la diseminación propia del ejercicio reflexivo sobre lo que podríamos llamar los avatares de la diferencia. Es un discurso que se revela (y se rebela) aporético justamente porque se atreve a asomarse al abismo, a pensar la diferencia. Para los que no sienten vértigo ante la teoría, este libro es una estimulante aventura intelectual y la oportunidad de compartir una mirada.

Antonio Monegal
Cornell University/Universitat Pompeu Fabra

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